En 1979, a la edad de 4 años fallece mi papá Juan Carlos de tan solo 27 años. Mi mamá Lidia tenía 25 años y mi hermana Raquel estaba por cumplir 6 años. Mis abuelos maternos, Ita e Ito como les llamábamos, nos recibieron en su casa. Por cierto, ellos nos brindaron más que un techo, nos compartieron su presencia cálida, su respeto y particularmente su amor incondicional. Mi mamá se casa por segunda vez y llega nuestro amado hermano Eduardo, y con ello, la oportunidad de tener un papá nuevamente, Papo. Lamentablemente muere tiempo después en sus tempranos 50 ́s por un cáncer de páncreas, y su historia es digna de compartir también por ser una gran lección de vida para la familia.
El baloncesto se convierte en una pasión que me acompañará desde mi pubertad a la fecha. Gracias a ello tuve excelentes e inolvidables recuerdos por el colegio Técnico Don Bosco, para luego terminar mi quinto año en el colegio Calasanz, generación 1992. Ese año tuve un punto de inflexión en mi vida con cambios profundos en la forma de ver y de vivir, aunque lo más relevante estaba por venir sin saberlo, como es la gran amistad que guardo con muchos de mis compañeros a la fecha.
A los 20 años llegaría mi primer hijo Jason. La confusión que tenía en mi mente movió todo mi ser interior, y efectivamente ya no sería el mismo. El trabajo y estudio combinaron experiencias mixtas y curiosas como trabajar de modelo dentro y fuera de mi país, Costa Rica. Tuve estudios iniciales en medicina y como entrenador personal, pero por razones varias quedaron de lado. Al final, si logré ser un profesional de la salud con el título de nutricionista, aunque en realidad me considero más como un apasionado representante y embajador del concepto de salud integral y holística. Ser papá nuevamente de mis tres hijos Sebastián, María y Moni fueron hermosos regalos en épocas de mucha tribulación personal, pero que mi hijo mayor Jason se convirtiera en papá para hacerme abuelo fue sorpresivo e inesperado, se repetía un patrón conmigo, pero igualmente fue hermoso la llegada de mi nieto Iker Santiago, y no dudo que para Jason también. Así entonces, agregaría también mis tiempos de matrimonio llenos de gratitud, aun cuando también tuve la dura experiencia de pasar por el divorcio. Ambas etapas dejaron grandes aprendizajes. En resumen, muchos vasos medios llenos y medios vacíos en realidad.
Ahora bien, vamos al punto que he querido compartir contigo y que tiene que ver con mi hijo mayor.
Jason estudió gastronomía y se encontraba el año pasado (2023) con grandes retos en lo personal y profesional. Su meta era llegar a ser un chef de alta cocina con su propio restaurante y sus estrellas Michelin… ¡vaya desafío! Igual era su sueño, y por supuesto que lo apoyaba. Mi hijo había celebrado el Día de la Madre con su familia materna un lunes que era feriado por ley. El fin de semana siguiente nos veríamos junto a su hijo Santi para celebrarle a las mamás del lado paterno. El día siguiente martes, luego de trabajar todo el día hasta las 11 pm pasadas en el restaurante Amana en barrio Escalante, se retira del mismo en su moto a descansar. Mi hijo decide pasar a dejar a un compañero de trabajo antes, algo que hacía con regularidad, pero se quedan conversando hasta tarde en la madrugada del miércoles 16 de agosto. Lamentablemente… si, muy lamentable… mi hijo Jason sufre un accidente, pierde el control de su moto, y choca con un poste… muere en el acto. Su mamá Carolina me llama en la misma madrugada para darme la noticia que todo padre nunca quisiera recibir. Sus llantos de dolor todavía retumban en mi ser al recordar escucharle por teléfono. Un vaso muy, pero muy medio vacío…
En mi red social de Facebook escribí ese día compartiendo esta devastadora noticia: ¿acaso existe un dolor más grande que despedir un hijo de este plano terrenal? Para mí lo fue sin duda alguna.
Viví algo parecido con el dolor de acompañar a mi segundo hijo Sebastián en el Hospital de Niños durante su primer mes de vida, cuando luchó junto a otros recién nacidos entre la vida y la muerte, sin llegar a un final trágico. Sebastián es todo un adolescente lleno de vida a sus 16 años.
El suceso con Jason fue evidentemente diferente y en alguna medida indescriptible. La vela y el funeral de mi hijo fueron, aunque suene extraño decirlo, momentos mágicos y hermosos dentro de tantísimo dolor. Fue un tributo especial en honor a la vida de Jason. Todo lo sucedido en esos días llenos de emociones y sentimientos encontrados fueron trayendo paz y fortaleza espiritual a la familia. Identificar a Jason en la morgue fue irreal. Sin embargo, fue al mismo tiempo una oportunidad inmejorable para iniciar el duelo con la típica pregunta del ¿por qué? para ir dando paso a una más profunda, el ¿para qué?
Gracias a mi esposa Tatiana que me acompañó en todo momento, y por supuesto que aprovecho para agradecer a todos, una vez más, las innumerables muestras de cariño y apoyo que recibimos en mi familia. Me siendo profundamente conmovido hoy y lo estaré por siempre. No hay palabras que puedan expresar lo importante que fue vivir la partida de Jason con un acompañamiento de tal magnitud. La presencia de sus hermanos, luego de mucho tiempo sin vernos trajo paz y serenidad entre tanta tristeza y desaliento. Fue un vaso muy pero muy medio lleno…
Un par de meses después una gran amiga, Adriana, me invitó a su programa que tiene con otra amiga en común, Lizeth, en su Podcast “Contanos tu historia”, ubicado en varias redes sociales. Acepté la entrevista en honor a mi hijo. Sabía que lo hubiera apoyado porque era un ser humano sensible a las diversas circunstancias del ser humano, y si esto permitía ayudar a otros a sobrellevar sus experiencias dolorosas que marcan la vida, en hora buena lo iba a realizar con el mayor de los gustos y la responsabilidad del caso.
Jason y yo tuvimos una historia especial, cargada de respeto y amor. Tuvimos momentos difíciles, vasos medios llenos y medios vacíos… pero supimos tomar decisiones conscientes para aceptarnos tal como éramos, reconociendo ambos el regalo de nuestra relación como padre e hijo. Fuimos libres de expresar lo que sentíamos y pensábamos. Estoy seguro de que a los dos nos hubiera encantado seguir juntos compartiendo y acompañándonos en nuestros proyectos de vida. Sin embargo, el mensaje para mí ha sido claro y lo comparto contigo. Agradecer cada instante y momento que viví con mi hijo Jason al recordar su presencia, su sonrisa, su tono de voz, su amor incondicional. Te invito a hacer lo mismo con todos tus seres amados en vida, tus padres, tus hermanos, tu pareja, tus amigos, tus compañeros y por supuesto tus hijos.
La gratitud es tomar conciencia de aquello que consideramos valioso. La gratitud transforma nuestro cerebro y por ende nuestra forma de sentir y pensar. Agradece a ese ser querido por compartir su tiempo. Da gracias a “ese extraño de la vida” por alguna acción positiva y constructiva. Pasa más tiempo en armonía con la naturaleza. La gratitud te ayuda a sentir emociones más positivas, a disfrutar de las buenas experiencias reconociendo que hay otras que no serán tanto, a mejorar y valorar tu salud para afrontar la adversidad y construir relaciones sólidas con tu entorno real.
La vida es demasiado corta para vivirla siendo negativo, sintiéndose ofendido, amargado, desanimado y lleno de rencor sin practicar el poder del perdón que te libera de ataduras. La vida pasará rápido, es un soplo y se puede comportar tal cual si fuera un tren de alta velocidad. En cada estación a lo largo de tu vida, unos se bajan y otros se suben al tren. Algunos permanecen por más tiempo, otros llegan temprano y otros más tarde en las estaciones de la vida, pero lo que siempre sabremos es que el tren seguirá su rumbo en total sintonía con la vida hasta que seas tu o yo quienes nos toque bajarnos de manera permanente, y así concluir con la existencia humana en este plano, para dar paso al espiritual.
Es importante decir que al final nada ni nadie muere en la vida como si fuera un absoluto desde un enfoque integral, sino que se transforma en nuevos estados, y la fe puede definir los mismos en total respeto a las creencias espirituales. La vida desde la gratitud nos acerca a la creación, al Creador y a nosotros mismos desde el ser que somos. Compartir y contribuir con un legado es sabio y honesto con nuestra razón de ser. La fe vence a los miedos y el amor vence al egoísmo.
Para cerrar agrego otra frase conocida como es “no hay mal que por bien no venga”, y que se le atribuye a Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza por el año 1630 y tiene su origen en la expresión latina “ex malo bonum” que significa que de lo malo proviene el bien, y que junto a “el vaso medio lleno o medio vacío” o “la gota que derramó el vaso” son todas simples expresiones para ayudarte a transformar tu vida en actitudes conscientes que van más allá de lo evidente, y sobrepasan todo entendimiento frente a eventos que te pueden venir durante tu vida.
Los sucesos injustos que carecen de explicaciones claras, sencillas y lógicas tales como una enfermedad, una guerra, un acto de violencia, y por supuesto la muerte, son ejemplos considerados negativos y hasta traumáticos. La compasión es amor en acción, y una herramienta poderosa a utilizar diariamente para ubicar en contexto las experiencias de la vida. Contar tu propia historia es un ejercicio esencial de vulnerabilidad en el lugar y momento preciso, así como abrazar la vida con cariño, sabiduría y compasión es el camino que hace un mundo mejor.
Confiar en que lo mejor está por venir, que eres un ser de amor porque vienes de la unicidad que formamos todos los seres humanos junto a todos los seres vivos en el planeta como una gran comunidad, y que el Universo es parte de un plan superior que se llama vida, requiere el despertar de la consciencia y, por lo tanto, lo más honesto es vivirlo en gratitud.
¡Nos vemos muy pronto!