No sé desde cuándo recuerdo haber escuchado la palabra tocar fondo, ¿te ha pasado también? ¿Qué tal la expresión punto de inflexión? ¿Hay un límite de veces para que te suceda o debería ser una única vez?
Al rato hay fondo de fondo… En cualquier caso, hoy quiero escribirte con el objetivo de usar esta expresión tan particular y por supuesto, usada de muchas formas, para poder crear un contexto que nos ayude a todos a mejorar de manera integral, empezando siempre por el bien-ser para alcanzar el bien-estar. Desde ya, créanme que no se logra con “el pecar” ni con “el rezar” por sí mismos, y tampoco empatan… al menos es mi experiencia personal. ¿Cuál es la tuya?
En un mundo inundado de estímulos, donde las redes sociales se han convertido en una ventana constante a las vidas de los demás, mantener un estilo de vida saludable parece más un ideal lejano que una realidad alcanzable. Desde la tentación de la comida rápida hasta la presión social de encajar en ciertos estándares estéticos, enfrentás una batalla diaria entre lo que sabés que es mejor para tu salud y lo que el entorno te manipula a hacer.
Las redes sociales te bombardean con sus infinitas imágenes de cuerpos “perfectos”, dietas milagrosas y hábitos de vida envidiables, que pueden ejercer una presión abrumadora sobre tus decisiones cotidianas. Te encontrás constantemente comparando tu vida y cuerpo con los de los demás, lo que puede llevar a sentimientos de insuficiencia y frustración. En un intento por emular lo que ves en línea, podés caer en patrones de alimentación poco saludables, buscar atajos para lograr resultados rápidos y, en última instancia, descuidar tu salud física y mental.
Sin embargo, la presión no solo proviene de las redes sociales. Desde la familia hasta el trabajo y otros círculos sociales, enfrentás expectativas y normas que a menudo entran en conflicto con tus objetivos de salud. Ya sea la abuela que insiste en que necesitás un segundo plato de comida o el jefe que espera que trabajés horas extras a expensas de tu tiempo para hacer actividad física, incluso la presión social ejercida sobre vos puede hacer que sea difícil comprometerte con tu bien-ser y bien-estar integral.
Entonces, ¿qué podés hacer en medio de esta lucha constante? ¿El que peca y reza empata? La respuesta quizás no sea tan simple. Reconocer y aceptar la complejidad de tu realidad es el primer paso. Es vital recordar que no estás solo en esta batalla y que es normal enfrentar obstáculos en el camino hacia un estilo de vida más saludable.
El pecar. Decisiones de salud negativas.
Cuando hablamos de “pecar” en términos de salud, nos referimos a decisiones que pueden ser perjudiciales para tu bienestar físico, mental, social y espiritual. Estas decisiones pueden incluir hábitos como fumar, consumir alcohol en exceso, comer muchos alimentos poco saludables, llevar un estilo de vida sedentario o no dormir lo suficiente. Para ilustrar este punto, consideremos el caso hipotético de Juan, aunque puede reflejar tu realidad o la mía.
Juan es un joven profesional que trabaja largas horas en una oficina y a menudo se encuentra bajo presión. Para aliviar el estrés, recurre al tabaquismo ocasional y a las bebidas alcohólicas con amigos después del trabajo. Además, su dieta consiste principalmente en comida rápida y alimentos procesados, ya que no tiene tiempo ni energía para cocinar comidas saludables en casa. A pesar de sus hábitos poco saludables, Juan intenta compensarlos asistiendo al gimnasio ocasionalmente y tomando suplementos vitamínicos, lo que a todas luces es insuficiente.
El rezar. Decisiones de salud positivas
Por otro lado, cuando hablamos de “rezar” en términos de salud, nos referimos a decisiones que promueven activamente un estilo de vida saludable y equilibrado. Estas decisiones pueden incluir hábitos como hacer ejercicio regularmente, mantener una dieta equilibrada y variada, dormir lo suficiente, practicar técnicas de manejo del estrés y evitar el consumo de sustancias nocivas. Para ilustrar este punto, consideremos el caso de María, otro caso ilustrativo.
María es una madre joven que se preocupa por su salud y bienestar. Ella prioriza el ejercicio regular, dedicando tiempo cada día para correr en el parque y practicar yoga en casa. María también es consciente de su alimentación y se esfuerza por mantener una dieta rica en frutas, vegetales, cereales integrales, granos enteros y proteínas bajas en grasa. Además, practica técnicas de relajación como la meditación, la observación y la respiración profunda para gestionar el estrés y mejorar su bienestar emocional.
Las consecuencias de un estilo de vida cambiante
A primera vista, puede parecer que las decisiones de Juan y María se equilibran entre sí: mientras que Juan “peca” con sus hábitos poco saludables, María “reza” con su enfoque consciente de la salud. Sin embargo, la realidad es que las consecuencias de un estilo de vida cambiante pueden ser más complejas de lo que parecen.
Para Juan, sus decisiones de salud negativas pueden estar teniendo un impacto significativo en su bienestar físico y emocional. El tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol pueden aumentar su riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como enfermedad hepática, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. Su dieta poco saludable también puede estar contribuyendo al aumento de peso, la falta de energía o el desinterés por la vida.
Por otro lado, aunque María lleva un estilo de vida más saludable en general, incluso ella puede experimentar algunas consecuencias negativas si no mantiene la consistencia en sus hábitos saludables. El estrés ocasional, la falta de sueño o una alimentación poco equilibrada pueden afectar su estado de ánimo, su energía y su capacidad para hacer frente a los desafíos de la vida diaria.
En resumen, en lugar de sucumbir a la presión externa del “pecar” o “rezar” como Juan y María, podés buscar apoyo en tu comunidad, ya sea a través de amigos, familiares o grupos de apoyo en línea. De verdad, compartir tus experiencias y desafíos con otros puede ayudarte a sentirte menos solo y más motivado para seguir adelante. El trabajo en equipo, donde podés abrirte a una vulnerabilidad consciente, sin señalamientos ni juzgamientos, puede apoyarte en aquellos cambios que te harán bien, tanto en lo que sentís como en lo que pensás de ti mismo.
Además, es fundamental que aprendás a establecer límites saludables y a defender tus necesidades y objetivos personales. Esto puede significar decir “no” a ciertas situaciones o personas que no están alineadas con tus valores y metas de salud. De nuevo, es importante que te des cuenta que la vida conlleva etapas donde las necesidades varían según los retos y oportunidades que van apareciendo frente a tus ojos. Tus propósitos muchas vecen te encuentran y no viceversa, es decir, en lugar de crearlos en tu mente sin tomar en cuenta el entorno y la realidad del momento presente que te rodea, es mejor que abracés todo lo anterior y emprendás conscientemente este propósito que se abre ineludiblemente frente a tus ojos, en armonía, compromiso y responsabilidad con tu esencia.
Para concluir este artículo, recordemos todos que el camino hacia un estilo de vida saludable no es lineal ni está exento de tropiezos. Es importante ser compasivos con nosotros mismos y celebrar cada pequeño logro en el camino. Al fin y al cabo, la verdadera empatía no radica en ser perfectos, sino en ser auténticos y compasivos, tanto con nosotros mismos como con los demás.
¡Nos vemos muy pronto!