El tema de este artículo tiene un objetivo claro para mí, y es, además de motivarte a ser tu mejor versión en cuanto a la salud integral se refiere, una que no tiene que ver solamente con comer bien, hacer ejercicio y gestionar el estrés, que te valores como papá. Eres insustituible y vital en el rol de la familia, tal como lo es una mamá también. Ambos, son la mayor bendición de los hijos cuando deciden ser equipo, y liderar la tarea de ser padres conscientes.
Por tanto, quisiera conectar contigo a través de mi historia personal, así de paso, te invito a conectar con la tuya, ambas importantes porque son, sencillamente, las que nos ha tocado vivir.
Yo tuve tres padres. Juan Carlos, mi padre biológico. Carlos, mi abuelo materno pero de cariño le llamábamos todos mis primos “Ito”. Por último, Papo, el segundo esposo de mi madre. Por otro lado, soy papá de 5 hijos. Jason, el mayor de ellos, fallece con la misma edad que mi padre, su abuelo. Ambos con tan solo 27 años. Soy también un orgulloso abuelo de mi nieto Santi, hijo por supuesto de nuestro ángel Jason. Me casé el año pasado con Taty, y con ello otro hijo adulto, Daniel. Tiene casi la misma edad que Jason, solo 9 meses menor. Como pueden darse cuenta, tengo algún grado de criterio en cuanto a la paternidad se refiere. He vivido experiencias de todo tipo, y que deseo compartir en este artículo. Además, como nutricionista y profesional de la salud deseo hablarte de la paternidad bajo un enfoque integral de la salud. Con ello no pretendo tener la razón, solo deseo aportarte mi punto de vista y algunas herramientas para tu consideración. La intención es simplemente generar consciencia para que decidas mejorar tu calidad de vida, aun con “metidas de pata” por supuesto, lo cual es parte del aprendizaje en un libro abierto llamado: la vida.
Retomando mi historia. Debo confesar que de mi papá Juan Carlos recuerdo muy poco, tenía solo 4 años cuando falleció. Ito era un caballero, un héroe para mí, y seguramente idealizado en esa época de la niñez. Sin embargo, es de Papo que quiero contarles hoy, con todo el respeto y amor que le he guardado desde siempre. Es la historia de Papo, desde mi perspectiva, no con afán de juzgarlo ni criticarlo, ¿quién soy yo para hacerlo? Mi intención es compartirles una enseñanza, algo hermoso de contar y que he querido hacer desde un buen tiempo atrás. Hoy llego la hora y que mejor fecha que en un día del Padre, ¿verdad?
Papo entró en nuestras vidas como un papá muy deseado y esperado. A los tres años después llegaría nuestro hermano Eduardo, precisamente fruto de ese matrimonio, aunque meses después también vendría un doloroso divorcio por una infidelidad de Papo. Sin embargo, no podría negar jamás que Papo era un hombre amoroso y comprometido con la familia. No era perfecto, ¿quién lo es? Con el tiempo pude notar sus debilidades hacia su estilo de vida personal, algo que no dudo le afectó en el plano emocional, mental y social. Papo fumaba mucho, tomaba más, comía todavía mucho más, no se ejercitaba, es decir, era sedentario y tenía obesidad. Para terminar de hacer el combo, le gustaba leer hasta altas horas de la noche, lo que afectada su sueño, su descanso y su ritmo circadiano. Papo buscaba su razón de ser, su propósito, su sentido en la vida, pero ¿quién no lo hace? Solo Dios sabe el detalle de su vida, posiblemente experimentó momentos difíciles y traumáticos, temores o miedos, culpas o vergüenzas, y que seguramente fueron producto de alguna experiencia dolorosa durante su niñez o adultez joven. Papo inconscientemente, digámoslo así, se lastimaba física, mental y hasta espiritualmente me atrevería a decir. A pesar de las motivaciones hermosas como mi hermano Eduardo y una familia que le amaba, amigos leales que deseaban verlo cumplir sus sueños y aspiraciones en la vida, simplemente Papo no cambiaba su estilo de vida. Con el tiempo, Papo si encontró su norte, su historia estaba dando un cambio importante, se le veía más feliz y en paz a sus 50 años bien celebrados, y con un trabajo próspero donde ganaba bien en lo económico y sentía que lo mejor estaba por venir. Sin embargo, no fue así en cuanto a su salud se refiere. A sus 51 años fue diagnosticado con un cáncer de páncreas, tenía un tumor no operable ni tratable. Entiendo que sus jefes le dieron la espalda, y al final Papo con su personalidad cariñosa y positiva ante su inminente y triste realidad, acepta y se prepara para su partida. Me acuerdo haberme despedido de Papo cuando le llevamos a conocer a Sebastián, mi segundo hijo varón, por quien había estado pendiente. Fue especial ese día, pero para mi hermano fue todavía más duro perder a su papá con tan solo 20 años de edad.
Y, ¿por qué te cuento todo esto? El día del Padre es una ocasión especial para honrar y celebrar a los hombres que han desempeñado un papel fundamental en nuestras vidas. Más allá de los regalos tradicionales, es una oportunidad perfecta para reflexionar sobre la importancia de la salud integral y los estilos de vida saludables de los padres. No solo es hablar de su bienestar físico, sino también del mental, el emocional y el espiritual, aspectos esenciales para una vida equilibrada y plena, lo que le faltó y afectó en mucho la historia de Papo.
El bienestar físico es una piedra angular de la salud integral. Los padres, con sus múltiples responsabilidades y ajetreos diarios, a menudo ponen en segundo plano su propia salud. Adoptar hábitos saludables puede tener un impacto significativo en su calidad de vida y longevidad. Incorporar al menos 30 minutos diarios de actividad física moderada, como caminar, correr, nadar o hacer ejercicio en el gimnasio, puede mejorar la salud cardiovascular, fortalecer los músculos y huesos, y reducir el riesgo de enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes, la hipertensión, la depresión y ciertos tipos de cáncer. Una alimentación balanceada, rica en vegetales y frutas, proteínas de alto valor biológico y cereales integrales ricos en fibras proporcionan los nutrientes necesarios para mantener un cuerpo sano. Evitar el exceso de ultra procesados, especialmente azúcares añadidos y grasas inflamatorias. Finalmente un sueño reparador traducido en 6 a 8 horas por noche es crucial para la recuperación física y mental, lo cual mejora la memoria, la concentración y el estado de ánimo.
El bienestar mental y emocional es igualmente importante. Los padres enfrentan estrés y desafíos que pueden afectar su salud. Practicar la meditación, la respiración profunda, la observación y la atención plena pueden ayudar a reducir el estrés, mejorar la concentración y la tranquilidad mental. Mantener relaciones saludables con la pareja, los familiares, amigos y colegas proporciona un sistema de apoyo vital. Las conversaciones sinceras y el tiempo de calidad fortalecen el bienestar emocional. Por último, dedicar tiempo a actividades que disfruten tipo “hobbies” tales como leer, tocar un instrumento musical o practicar deportes, puede ser una excelente forma de aliviar las tensiones diarias y fomentar la creatividad.
El bienestar espiritual, a menudo pasado por alto, es un componente crucial de la salud integral. Sentirse conectado con algo más grande que uno mismo y tener un propósito en la vida puede proporcionar un sentido profundo de paz y satisfacción. Participar en actividades como la oración o la contemplación en la naturaleza puede ayudar a los padres a encontrar un sentido de paz y propósito. Involucrarse en actividades de servicio o voluntariado puede ofrecer un sentido de realización y conexión con la comunidad. Tomarse tiempo para reflexionar sobre las propias experiencias y valores puede fortalecer la identidad personal y el sentido de propósito.
Papá que me lees, motívate a hacer el cambio que quieras en el mundo y en el de tus propios hijos. Todo empieza por vos mismo, y vaya que esa sí es una misión trascendente, especialmente cuando apoyas tu bienestar físico, mental, emocional y espiritual.
¡Feliz día del Padre! Celebremos todos juntos tu bien-ser, tu bien-estar y tu salud integral.
¡Nos vemos muy pronto!