Desde la antigüedad los seres humanos hemos compartido una necesidad real con todo ser vivo, y es la de alimentarnos correcta y saludablemente. Nuestra propuesta en esta reflexión es alcanzar el “bien-ser” y el “bien-estar” durante toda nuestra vida como parte de un proceso consciente, integral y holístico. Por lo tanto, podemos alcanzar una adecuada nutrición a través de la preparación de comidas con alimentos saludables; limitando el procesamiento, los excesos tanto como las carencias. Sin embargo, hay otros componentes esenciales e importantes para lograr este propósito. Caso del agua en la hidratación; el oxígeno en la respiración; el movimiento corporal para el fortalecimiento y desarrollo de los músculos y los huesos; el sueño y el descanso diario en la regeneración y eliminación de toxinas o sustancias de deshecho producto de nuestro organismo; entre otros aspectos vitales de un estilo de vida saludable, y para los efectos, lograr una comida consciente.
En realidad, son muchas las “comidas conscientes” que podemos disfrutar por sus características organolépticas, tal como las perciben los sentidos del color (vista), olor (olfato), sabor (gusto), textura y temperatura (tacto) y en menor grado el sonido (audición). Todas juntas nos llevan a conectar con la experiencia del placer que activa el sistema de recompensa cerebral, y por consiguiente la producción de la hormona dopamina, la cual nos ayuda con la satisfacción y nuevamente el placer. De hecho, la sobrevivencia y la reproducción de los seres humanos, dos principios biológicos vitales, están condicionados por todo lo dicho arriba.
Pero ¿tenemos consciencia de estos principios básicos y vitales en nuestra vida cotidiana?
Con lo anterior en mente, ahora sí, ¿qué es la alimentación o comida consciente? Primero definamos que es la alimentación. El diccionario de la Real Academia Española (RAE) la define como “la acción y efecto de alimentar o alimentarse”, y añade que “es el conjunto de las cosas que se toman o se proporcionan como alimento”. Por otro lado, la consciencia con “s” la define la misma RAE como “el conocimiento inmediato o espontáneo que el sujeto tiene de sí mismo, de sus actos y reflexiones”; y amplia como “la capacidad de algunos seres vivos de reconocer la realidad circundante y de relacionarse con ella”. Por otro lado, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, ONUAA, o más conocida como FAO (por sus siglas en inglés: Food and Agriculture Organization) define hábitos alimentarios como el “conjunto de costumbres que condicionan la forma como los individuos o grupos seleccionan, preparan y consumen los alimentos, influidas por la disponibilidad de éstos, el nivel de educación alimentaria y el acceso a los mismos”. Por último, definamos malnutrición por la RAE como la “condición causada por una dieta inadecuada o insuficiente, o por un defecto en el metabolismo de los alimentos”, es decir, se refiere a una alimentación desequilibrada producto de las carencias o excesos nutricionales.
En palabras más sencillas, la comida consciente es el producto del autoconocimiento de nosotros mismos y el entorno, que es el camino para reconocer conscientemente los alimentos que consumo, indiferentemente si son nutritivos o más bien dañinos para nuestro organismo. Incluso, preguntarnos ¿para qué los consumo? ¿por conveniencia? ¿por compromiso social? ¿por moda? ¿por salud? Y al mismo tiempo comprender que esas decisiones traen consecuencias en nuestra salud precisamente, cuando adquirimos sentido de responsabilidad con nuestra vida. Un ejemplo típico es cuando nosotros comemos en exceso, es decir, estamos satisfechos, pero decidimos comer más. Las razones son muchas. ¿Cómo podríamos dejar de repetir la receta de la abuelita? ¿Y el postrecito?, que es el toque dulce para cerrar una comida. Otro clásico en nuestras vidas son las justificaciones que nos hacemos frecuentemente y que son usadas en nuestras familias, como por ejemplo ¿Cómo vamos a dejar comida en el plato? Debemos comérnoslo todo porque hay niños con hambre en el mundo que no tienen que comer. Sin comentarios. Otro clásico es: “Si te lo comes todo, entonces puedes…” y agreguemos: comerte el postre, salir a jugar, ver la TV, entre otros “premios” sin ninguna relación con la comida consciente. En resumen, nos gusta, es rico y placentero comer; y desde lo psicológico, sentimos paz y seguridad dentro de nuestra “zona de confort” pero sin caer en la trampa de verlo como un “ataque personal” sino como un proceso individual de mejora continua.
Entonces, ¿qué tan consciente estamos a la hora de comer? Sin complicarnos y sin juzgarnos, pasemos a filtrar esto por nuestra propia experiencia, solo como un ejercicio personal, libre y consciente.
El reto es armonioso, no debería ser impositivo sino como hemos dicho antes, un proceso consciente. Es importancia ir mejorando con pequeños cambios, ajustes y hábitos que potencien nuestro estilo de vida como si fuera una travesía de un océano a otro, en fluidez absoluta cuales olas del mar. No se trata de buscar las dietas perfectas al pie de la letra, las recetas con todos los “super alimentos”, los pensamientos egocentristas como si el mundo girara alrededor nuestro o las píldoras mágicas que nunca pasan de moda y que usualmente tienen poco efecto. La intención es provocar nuestro despertar de la consciencia. La única verdad que nos hará libre es aquella que filtramos a través de nuestras propias experiencias que nos han favorecido a través del tiempo, buenas o malas es secundario, lo valioso es aprender de ellas. De hecho, los profesionales de la salud acompañan, pero no deciden por otros, aun cuando les interesa potenciar nuestra salud integral y holística hacia mejores niveles de calidad de vida. Importante diferenciar que lo integral aplica cuando estamos considerando a todas las partes involucradas, mientras que lo holístico, que viene del término holismo, definido también por la RAE como “la doctrina que propugna la concepción de cada realidad como un todo distinto de la suma de las partes que lo componen”, es decir, construimos una visión holística que supone que al hacer un cambio de un hábito en la comida consciente por ejemplo, implica un cambio de todo lo demás que se refleja en mayor calidad de vida como podría ser sentarse a la mesa en familia y conversar sobre estos cambios en total comunicación asertiva y respetuosa.
Esta propuesta es para ponernos todos en acción, sin obligaciones, manipulaciones, emociones impulsivas o impuestas del entorno como puede ser la sociedad donde nos interrelacionamos; reconociendo que al final del día solo podríamos decidir cómo lo enfrentamos. La actitud es clave, como también la decisión consciente de quiénes son las personas que nos van a acompañar para alcanzar los resultados que libremente deseamos obtener en nuestra vida.
Ver traducida una comida consciente en más energía, más libertad, más paz, más felicidad y más amor por vivir, como de servir y conectar con nuestros semejantes en contribución, desde la gratitud y la plenitud, es una propuesta de conexión honesta.
Acompáñanos en próximas reflexiones y herramientas que estaremos ofreciendo para ir desarrollando estos temas fascinantes del “bien-ser” y el “bien- estar” como un proceso que va desde lo macro a lo micro, desde lo grande a lo pequeño, desde lo más sencillo a lo más complejo. Nuestro objetivo es vivir con amor y en conexión desde lo interno, tu forma de ser; hacia lo externo como todo lo que te rodea.
¡Nos vemos muy pronto!